A la reconquista de lo inútil: un libro mojado
A propósito de El invencible verano de Liliana (Random House), de Cristina Rivera Garza, te presentamos esta reseña-diario de lectura, acompañada de una selección musical
Texto y foto de José M. Gómez Servín
Hay experiencias después de las cuales nada vuelve a ser igual, rastros que no desaparecen. El agua que inundó mi habitación, en una de las tormentas de Guadalajara en el verano del 2021, dejó ya para siempre su rastro en las páginas de mi ejemplar de El invencible verano de Liliana.
El Invencible verano de Liliana es el libro que escribió Cristina Rivera Garza treinta años después de la muerte de su hermana Liliana, estudiante de Arquitectura de veinte años, víctima de feminicidio a manos de su pareja. La autora reconstruye, a partir de los cuadernos guardados hasta entonces por su hermana, su historia. El libro es una denuncia en contra de la violencia, una reflexión sobre el duelo; formas de comunicarnos y encontrarnos con nuestros muertos y, sobre todo, una celebración de la vida de Liliana.
I. Tiempo
El duelo transforma el tiempo en algo muy extraño, como lo percibimos nunca vuelve a ser igual, los puntos de referencia parecen inciertos.
El tiempo se diluye, se contrae. Tres años pueden ser tres días o treinta años. En algún momento estamos o estaremos más tiempo sin nuestros muertos de lo que estuvimos con ellos.
Pero esto aún es relativo.
II. Rastros, buscar-encontrar
Cuando ya no estemos se quedarán algunas de nuestras cosas, busca ahí.
Se quedarán nuestros discos, nuestros libros con las esquinas de las páginas dobladas, con lo que subrayamos y anotamos. Quedarán los dibujos en nuestras libretas.
Ahí te encuentro ahora.
III. Diálogo con los muertos, mi otro par de ojos
Vivir en duelo es no estar ya más solo. Dialogamos con nuestros muertos a través de los rituales, reconocemos su presencia en las cosas cotidianas, en el árbol que florea, en el nido de pájaros en la lámpara.
“Éste es el trabajo del duelo: reconocer su presencia, decirle que sí a su presencia. Siempre hay otros ojos viendo lo que veo e imaginar ese otro ángulo, imaginar lo que unos sentidos que no son los míos podían apreciar a través de mis sentidos es, bien mirado, una definición puntual del amor. El duelo es el fin de la soledad.”
***
La playlist que hice para el libro incluye canciones que reflexionan de alguna forma sobre la
muerte, o que está implícitamente presente como en el caso de Nick Cave y Sufjan Stevens.
En otros casos, representan para mí un paisaje en donde el diálogo con nuestros muertos es posible: Brian Eno. La canción de Eiko Ishibashi, del soundtrack de la película Drive My Car, “We’ll live through the long, long days, and through the long nights”, resume para mÍ el espíritu del libro.
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