Eduardo Matos Moctezuma, entre Reyes y Unamuno

El arqueólogo mexicano, que visitó Guadalajara —luego de obtener el Premio Princesa de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales, en Oviedo, España— para recibir un reconocimiento en la edición XII de la Feria del Libro Usado y Antiguo, habla en esta entrevista, de los vínculos que unen a México con España, de la violencia y de la educación

Por Gerardo Lammers

El trabajo y el amor por la cultura mexicana distinguen a Eduardo Matos Moctezuma (Ciudad de México, 1940), arqueólogo y antropólogo ilustre, que este año ha sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias, en Oviedo, España. Sólo unos días después, el 12 de noviembre pasado, visitó Guadalajara para ser homenajeado en el marco de la Feria del Libro Usado y Antiguo que se monta, desde hace doce años, en los portales del Palacio Municipal. 

 

Previo a la entrega de este reconocimiento, en una estancia del Hotel Rotonda, pudimos conversar brevemente con el autor de Vida y muerte en el Templo Mayor (1995), entre otras muchas publicaciones, para quien un par de libros —de origen germánico, por cierto— han sido fundamentales en su vida: Dioses, tumbas y sabios (1949), del alemán C. W. Ceram, y Cartas a un joven poeta (1929), del austriaco Rainer Maria Rilke.  

 

En su discurso de recepción del Premio Princesa de Asturias usted hizo un llamado a la fraternidad entre México y España, a contracorriente del presidente López Obrador, quien declaró que el gobierno español debería pedir perdón por la Conquista.

—Creo que es muy importante conocer los antecedentes de las historias de España y México para poder tener argumentos, juicios, para que se tome una actitud como la que ha tomado el Gobierno mexicano. ¿Por qué lo digo? Lo comenté en mi discurso en Oviedo el 28 de octubre pasado: si nosotros analizamos nuestras dos historias, nos damos cuenta de que cada una de estas naciones venía con su propia carga histórica, hasta que llega un momento en que se da la conjunción.  Esa conjunción ocurre precisamente en el año de 1521, cuando se lleva a cabo la Conquista de México. El enemigo a vencer eran los mexicas y se va a dar el triunfo peninsular con el apoyo de miles de contingentes indígenas, enemigos de Tenochtitlan. 

 

A partir de ese momento y de lo doloroso que es una guerra, como en todos los lugares y en todos los tiempos, da inicio una relación; una relación que vemos inscrita, por ejemplo, en el último lugar, en el último reducto de defensa mexica, que es Tlatelolco. Allí hay una lápida, que se ha colocado de unos años para acá, porque ahí fue la última resistencia de los mexicas, en contra de esos miles de contingentes indígenas enemigos y los españoles. ¿Qué dice esa lápida? “El 13 de agosto de 1521 heroicamente defendida por Cuauhtémoc cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo, que es el México de hoy”. Creo que estas palabras encierran en sí mucho de la verdad de lo que aconteció. De ese doloroso nacimiento que conllevó muerte, desolación, imposición, empieza a surgir lo que más tarde será una nueva nación. 

 

Creo que a partir de ese momento, y lo expresé así en mi discurso, México y España están unidos por lazos indisolubles; es decir, que de una manera u otra, nuestras historias se unieron para dar lo que es finalmente el México de hoy. Ahora bien, en 1821, como todos sabemos, se va a dar la Independencia de México, en el momento en que los insurgentes finalmente logran, después de 300 años de colonia, derrotar a las fuerzas realistas. Aquí viene algo muy interesante: después de esas cruentas guerras, a los quince años de qué hubiera ocurrido la Independencia, México y España entablan relaciones. Esto se va a dar el 28 de diciembre de 1836, cuando se firma el Tratado de Paz y Amistad entre México y España, en el cual España reconoce a México como país independiente y México reconoce a su vez a España. Este tratado es un ejemplo de cómo superar anteriores agravios; por decir así, quedó saldada aquella situación. 

 

La ignorancia en ocasiones lleva a la mentira. Y creo que lo que ha habido es un desconocimiento total por parte de nuestras autoridades de todo esto que te estoy relatando. Como lo dije en mi discurso, México y España ya deberían estar unidos para marchar juntos hacia un futuro promisorio. En pocas palabras, México y España tienen esos lazos nacidos de un momento difícil, de una lucha sangrienta que no se puede olvidar, pero sí superar.

 

En este mismo discurso cita usted a dos escritores, uno español y el otro, mexicano. Miguel de Unamuno, filósofo, y Alfonso Reyes, poeta y ensayista.

—Prácticamente Reyes y Unamuno son contemporáneos. La Visión de Anáhuac de Reyes está dedicada, el título mismo lo indica, al mundo mexica. En mi discurso leo un párrafo en el cual Reyes alude al momento en que los españoles están llegando a Tenochtitlan, atraviesan los volcanes y se asoman y ven aquellos lagos y la ciudad. Reyes escribe que llegan a ese mundo de Moctezuma, el doliente. Escogí esta frase porque precisamente, por primera ocasión, estas gentes, con su visión occidental, se asoman y quedan sorprendidos ante aquella ciudad lacustre. En contrapeso manejé la figura de don Miguel de Unamuno, ¿por qué? Porque la parte que cito de él tiene que ver con aquel terrible momento en que el 12 de octubre de 1936, luego de que pocos meses antes se ha dado el levantamiento fascista en España, vemos como Miguel de Unamuno, que era rector de la Universidad de Salamanca, conminado por estos grupos fascistas al interior de la universidad (encabezados por el general fascista José Millán-Astray, amigo de Franco), les dice: “Venceréis, pero no convenceréis”. Y Millán-Astray contesta entonces con aquella frase terrible que no la repetí, pero que todo mundo sabe cuál es (“¡Muera la inteligencia!”), palabras intolerantes que no quisiera volver a escuchar en la faz de la tierra.

 

     Pongo sobre la mesa uno de los temas que más agobia a los mexicanos en la actualidad: la violencia. Trayendo a colación el hallazgo que el arqueólogo hiciera en 1978 —durante el sexenio de López Portillo— de aquel monolito circular de grandes dimensiones con la diosa Coyolxauhqui decapitada y desmembrada, que dio inicio a los trabajos del Templo Mayor, en pleno centro de la Ciudad México, le pregunto a Matos Moctezuma si considera que existe una relación entre la violencia de los tiempos prehispánicos y la actual.

 

“No hay ninguna relación”, contesta. “Vivimos momentos muy diferentes dentro de un mundo capitalista que de por sí trae su propia carga de violencia. En muchos lugares del mundo lo estamos viendo hoy en día: en Afganistán, en Ucrania. Las sociedades prehispánicas tenían su propia forma de concebir el Universo, sus propias creencias, costumbres, las cuales nada tienen que ver con lo que hoy vivimos. Lo que hoy vivimos es producto de otros elementos que se manifiestan en este momento. Cuando Estados Unidos arroja las bombas en Hiroshima y Nagasaki y arrasa en un segundo 100 mil vidas, nada tiene que ver esto con los antecedentes históricos norteamericanos o de sus pueblos originarios, que también los hubo. 

 

“El narcotráfico ha cobrado una importancia terrible y no ha podido ser controlado por los Estados. Esto ha traído una violencia brutal que vemos cotidianamente. En México nunca se había visto tal cantidad de muertes como las que hemos vivido de unos años para acá. Dejo a los sociólogos y a los politólogos para que hagan un análisis más profundo. El narcotráfico también está presente en Italia, España, Sudamérica, Estados Unidos, pues ahí —en este último país— es donde se más droga se consume”.

 

Me gustaría que hable sobre la educación, considerando que usted es académico de la UNAM. Siempre se habla de la educación como uno de los remedios para enfrentar las crisis que vivimos y, sin embargo, no es común que se hable de qué tipo de educación es la que se necesita. Uno de los grandes pendientes de este gobierno, que se supone de izquierda, es la educación.

—El aspecto de la educación es fundamental, básico. Mientras más educación haya en un pueblo, va a haber mejores valores: valores sociales, de todo tipo. Mientras la educación no tenga el apoyo necesario para poder desarrollarse, va a repercutir en la enseñanza de los niños y jóvenes. La educación nos va a dar las bases fundamentales y necesarias del conocimiento, y el conocimiento nos va a abrir mundos, y esos mundos se abren a través de la literatura, de la enseñanza, de los buenos maestros, para tener una formación mucho más sólida, más fuerte. De lo contrario, vamos en declive. Mal andamos cuando un gobierno no da el apoyo necesario a la educación, a la cultura y a la ciencia. Porque precisamente en esos factores (educación, cultura y ciencia) radica la base del desarrollo de un país. Y mientras mayor ignorancia haya, peor será la situación de nuestros pueblos. ⚫

Foto de Mariana Pérez Villoro

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