Juan Rulfo en Guadalajara, GUÍA PARA CAMINAR LA CIUDAD
A propósito del aniversario 105 del nacimiento del magistral escritor, celebrado el pasado 16 de mayo
Por Ángel Melgoza
“Afrontar la tarea de escribir sobre la vida de Juan Rulfo requiere del empeño de una persona con una actitud escrupulosa y sincera, que deje a un lado anecdotarios o mitos sin sustento. Porque Juan no vivió con la actitud de que su persona pasara a la posteridad. Lo que deseaba es que su obra lo hiciera”
Clara Aparicio
Un hombre de máscaras, de soledad, un ferviente enamorado, un observador, un talento inigualable de la literatura, de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno se pueden decir tantas cosas y todas, quedarán cortas o sonarán huecas, porque la grandeza de Juan Rulfo reside en su obra y en la relación que cada uno construímos con ella.
El escritor y fotógrafo nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, en la región sur de Jalisco; o al menos así consta en su acta de nacimiento, pero la característica mística del autor, y su carácter “huraño, cazurro, (y) ladino” (según lo describe su amigo el escritor Juan José Arreola) lo llevaron a asegurar haber nacido en 1918 en Apulco o en San Gabriel, Jalisco.
Cambió el año: por sentirse muy solo en la generación de 1917, y el lugar: probablemente para evitar las burlas provocadas por el poema picaresco El ánima de Sayula, como sugiere Antonio Alatorre. Aunque otras fuentes —como la propia Fundación Juan Rulfo— indican que el escritor nació en la hacienda de la familia de su madre en Apulco, un pequeño poblado, y que fue registrado en Sayula.
‘Haiga sido como haiga sido’, la región pasaba por épocas de lucha revolucionaria, de bandidos y pillaje. Fue por ello que apenas siendo un bebé, el futuro escritor llegó por primera vez a la capital del estado, Guadalajara, donde habría de residir en al menos cinco períodos distintos de su vida.
Huir del llano, huir de las llamas (1917-1921)
Víctimas directas del bandolerismo, la familia de Rulfo huía de la violencia. Su abuelo materno, el acaudalado Carlos Vizcaíno Vargas, había sido secuestrado en 1914 por el mismo guerrillero villista Pedro Zamora quien protagoniza el cuento El Llano en Llamas que da título al célebre libro. Además del rescate, el bandolero pidió una cuota económica adicional de forma periódica a cambio de respetar la vida y bienes de Don Carlos.
Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, padre del futuro escritor, y María Vizcaíno Arias, su madre, se mudaron a Guadalajara con sus hijos Severiano (hermano tres años mayor) y Juan; una hermana intermedia llamada María de los Ángeles había muerto a los pocos días de nacida en 1916.
El primer hogar de Juan Rulfo en Guadalajara se encuentra en el barrio del Santuario, sobre la actual calle de Juan Álvarez en el número 564, entre las calles Santa Mónica y González Ortega.
En esa propiedad rentada por su padre, llegaron aproximadamente en agosto de 1917 y en ella Juan habría de pasar los siguientes tres años y medio. Ahí también la familia sumaría un miembro más, Francisco Javier nació el 8 de noviembre de 1919.
Debido a que el bandolero Pedro Zamora partió en noviembre de 1920 del sur de Jalisco para encontrarse con Francisco Villa y ser recompensado con una hacienda en Durango por sus ‘servicios’ prestados, la familia Pérez Vizcaíno decidió regresar a la región a principios de 1921. Se establecieron en San Gabriel, donde ese mismo año nació la última hija, Eva.
Lugares a visitar:
- El primer hogar de Juan Rulfo en Guadalajara / Calle Juan Álvarez #564, Zona Centro.
Las noches que lo dejaron solo (1927-1934)
Asesinado a balazos por la espalda debido a un conflicto de tierras, el padre de Juan Rulfo murió en 1923, cuando el niño tenía apenas seis años. En San Gabriel entró a un colegio de monjas josefinas que cerró en 1925 por las condiciones álgidas previas a la Guerra Cristera. Y para 1927 la madre envió a sus dos hijos mayores, Severiano y Juan, a estudiar y vivir en el Instituto Luis Silva de Guadalajara.
Esta fue la segunda época en que el escritor viviría en la capital de Jalisco. Juan Rulfo dejó las tierras que lo vieron nacer y a María, su madre, que a finales de ese mismo año murió a los treinta años de edad.
Ubicado en la calle Morelos #644, en la esquina con la Avenida 8 de Julio, a un costado del templo de Jesús María, el Instituto, ahora Colegio Luis Silva, era entonces un orfanatorio, escuela y algo muy parecido a una correccional. “Era terrible la disciplina, el sistema era carcelario” dijo en entrevista con Joaquín Soler Serrano el mismo Juan Rulfo, quien llegó a describir los interminables días de encierro y las ansiadas vacaciones anuales para volver a San Gabriel, Apulco y sus alrededores, “lo único que aprendí fue a deprimirme, fue una de las épocas en que me encontré yo más solo”.
Al terminar la educación primaria fue admitido en el Seminario Conciliar de Señor San José, es decir, el Seminario de Guadalajara, un detalle que fue expuesto hasta después de la muerte del escritor, en 1986; se especula que Juan Rulfo se habría reservado dicha información tratando de evitarse problemas dado el ambiente anticlerical de la administración pública, en la que trabajaría el autor unos once años.
Juan Rulfo permaneció dos años, de 1932 a 1934, en el Seminario, y cuando decidió dejarlo, regresó a el Llano Grande, San Gabriel, y Apulco —“donde su hermano Severiano ya era un próspero hombre de campo”— y donde dicen que se amanecía tomando café y leyendo a la luz de una vela (porque en la hacienda no había electricidad).
A finales de 1934 decide viajar a la casa de su tío paterno David Pérez Rulfo, un posicionado militar y político en la Ciudad de México, donde meses más tarde sería empleado en la Secretaría de Gobernación.
En 1980 durante una entrevista que le realizó la también escritora y periodista Elena Poniatowska, Rulfo dijo que cuando llegó a la capital se sintió “más solo que nadie […] nadie hablaba conmigo, y desde entonces la soledad no me ha abandonado”.
Lugares a visitar:
- Instituto Luis Silva de Guadalajara / Calle Morelos #644, en la esquina con la Avenida 8 de Julio.
- Seminario Diocesano Mayor de Guadalajara / Calle Santo Domingo #1120, en la Colonia Chapalita.
Nos han dado la burocracia (1939-1940)
Juan Pérez Vizcaíno. 1936. No hay rastro de ningún Juan Rulfo. En los expedientes oficiales constan los cargos ínfimos que ocupó aquel fantasmagórico Juan Pérez Vizcaíno: en 1936 es “oficial quinto”, en 1937 “taquígrafo de tercera”, en 1938 “archivista de cuarta”, con un sueldo promedio de 123 pesos mensuales.
Ese era el personaje que gracias al otorgamiento de una licencia sin goce de sueldo llegó en octubre de 1939 por tercera vez a Guadalajara. Lo hizo de forma fugaz, apenas cuatro meses, hasta enero de 1940, pero esos días fueron clave pues se calcula que fue entonces cuando trabajó en su primera novela, “cuyo título provisional parece haber sido El hijo del desconsuelo” escribe Antonio Alatorre.
Gracias a los documentos de la época podemos saber que el burócrata que pretextó atender “el arreglo de asuntos particulares” se podía localizar en un domicilio preciso: “Prisciliano Sánchez #625”, entre la Calzada Federalismo y la Calle Pavo, en el centro de la ciudad.
De aquella primera obra que no habría de ser terminada, o por lo menos publicada, sobrevive un fragmento titulado Un pedazo de noche, que no es, según el escritor Juan José Doñán, “un fragmento cualquiera, sino un cuento redondo, si bien muy poco ‘rulfiano’. Y ello porque no se encuentra aclimatado en el medio rural ni tampoco narra ningún conflicto entre campesinos, pues está ambientado –y muy bien ambientado, por cierto– en la ciudad de México, cuya vida nocturna, barrios bajos y zonas sórdidas son recreados eficazmente por medio de tres personajes disímbolos”.
Lugares a visitar:
- Casa de breve estancia / Calle Prisciliano Sánchez #625, Zona Centro de la ciudad.
El hombre (1941-1947)
El burócrata Juan Pérez Vizcaíno volvió a la capital, pero el escritor Juan Rulfo se quedó en Guadalajara. Apenas regresó este a su trabajo solicitó el traslado de su plaza a la capital de Jalisco, esto con el aval de su tío David Pérez Rulfo quien ya ocupaba el cargo de director de la Penitenciaría del Distrito Federal.
A mediados de 1941 lo consiguió, y llegó para establecerse por cuarta vez en la ciudad; esta etapa es considerada la más significativa de todas pues Juan, un escritor en ciernes, habría de convertirse en Rulfo, publicando sus primeros cuentos bajo su nombre ahora mundialmente famoso.
De 1941 a febrero de 1947, con una no muy clara etapa de dos meses en Puerto Vallarta (aunque algunas personas aseguran que nunca viajó al entonces pueblo costero), Juan Rulfo vivió en uno de los extremos de la Guadalajara de entonces, en la calle Morelos #2077, entre las calles Francisco Javier Gamboa y Calderón de la Barca; finca que perteneció a su abuela paterna María Rulfo Navarro, en la colonia Ladrón de Guevara.
Podemos imaginar a un joven Juan Rulfo de 24 años que regresaba de la capital del país a vivir junto a su abuela paterna, su hermana Eva, y su tía Dolores Pérez Rulfo en Guadalajara; con un trabajo que no le tomaba mucho tiempo, y que le daba oportunidad de leer y escribir.
Reconocidos narradores y estudiosos como Juan José Arreola y Antonio Alatorre conocieron al escritor (el primero a finales de 1943 y el segundo a principios de 1945) y forjaron una amistad con él, hecho que destaca Juan José Doñán pues significa que Rulfo pasó varios años “sin que el mundillo intelectual de la capital jalisciense, una ciudad que apenas rondaba los 250 mil habitantes, se enterara de su presencia y menos aún de que estuviera haciendo ya sus primeras armas literarias”.
El mismo Juan José Arreola recuerda el momento en el que le presentaron al joven escritor Juan Rulfo a finales de 1943, en la tertulia de la Farmacia Rex, que se llevaba a cabo en la calle Pedro Moreno #1000, esquina con Constancio Hernández Alvidre, donde también se halló el cine Reforma y que ahora es un estacionamiento.
Sobre su residencia de la época su hermana Eva diría más tarde que ella limpiaba el cuarto de Juan “y recogía cada día montones de hojas tiradas, escritas. Juan llenaba el cesto y los papeles no cabían. Yo tiraba todo. Mi tía Lola decía: tu hermano está loco. Quién sabe cuánto escribe y escribe y lo tira todo”, y sobre sus hábitos de la época dijo que “caminaba mucho, tenía su cama, un escritorio, un librero, un aparato para oír música. Por la noche desde la casa se veía su luz, que estaba prendida toda la noche, y se alcanzaba a oír la música clásica que Juan ponía” dijo Eva Pérez Rulfo en la entrevista que cita Juan Antonio Ascencio en su libro Un extraño en la tierra: biografía no autorizada de Juan Rulfo.
También fue en este periodo que conoció al amor de su vida, Clara Angelina Aparicio Reyes, nacida en 1928 y quien vivía con su familia en la calle Kunhardt #55; la finca ha desaparecido y la calle ahora lleva el nombre de Miguel Blanco.
Fue alrededor de octubre de 1944 cuando Juan, un hombre de 27 años, le pidió a Clara, una joven de 17, iniciar un noviazgo formal, a lo que ella impuso una espera de tres años; hombre terco, fiel y muy enamorado, Rulfo esperó y contrajo nupcias con ella el 24 de abril de 1948 en el templo de Nuestra Señora del Carmen, ubicado a un costado de la Avenida Juárez, entre la calle Pavo y la Avenida 8 de Julio.
Recordemos que en febrero de 1947 Juan Rulfo dejó Guadalajara y mantuvo su relación epistolar con Clara, a quien también solía visitar. Una vez casados, ambos se mudaron a la Ciudad de México.
Lugares a visitar:
- Casa de la abuela paterna, María Rulfo Navarro / Calle Morelos #2077, colonia Arcos Vallarta.
- Antigua tertulia de la Farmacia Rex y Cine Reforma, ahora un estacionamiento / Calle Pedro Moreno #950, colonia Americana.
- Templo de Nuestra Señora del Carmen / Privada del Carmen #116, Zona Centro.
La herencia de Juan Rulfo (1961-1963)
Fue entre 1947 y 1952 que Juan Rulfo trabajó para la empresa de neumáticos Goodrich-Euzkadi, ejerciendo como “agente viajero” por todo el país y en sus publicaciones (la empresa editaba la guía de viajes, Caminos de México, y la revista, Mapa: revista de automovilismo y turismo) publicó sus primeras fotografías.
Se considera que este periodo, con sus viajes, tareas, y vida familiar, fue el más provechoso de Rulfo quien ya habiendo publicado algunos de los cuentos incluídos en El Llano en Llamas, comenzó las primeras anotaciones y escrituras de lo que sería Pedro Páramo, y de acuerdo al académico literario Francisco Carrillo Martín este periodo coincidió con una intensa actividad reporteril “que toma cuerpo en sus series fotográficas de escritores (Arreola, Octavio Paz, Efrén Hernández o José Gorostiza), entornos naturales, arquitecturas del interior del país o motivos urbanos […] Hablamos de unos años en que Rulfo aún no ha definido su identidad creativa, si fotógrafo o escritor, algo que no sucederá hasta la década de los sesenta, cuando el alcance de su literatura desplace otras facetas a las que dedicó un empeño similar”.
Rulfo publicó su libro de cuentos El Llano en Llamas en 1953, a sus 36 años, y su novela Pedro Páramo en 1955.
La última temporada de Juan Rulfo en Guadalajara corrió de finales de 1961 a principios de 1963; según el cronista Juan José Doñán es una época a la que no se suele prestar mucha atención en parte porque a pesar de que Rulfo volvió convertido en un famoso escritor cuya obra ya había sido traducida a múltiples idiomas (inglés, alemán, francés, italiano, etcétera.), sus amigos y narradores de andanzas Arreola y Alatorre ya no habitaban la ciudad.
A pesar de ello fueron estos los años en que el afamado contador de historias solía visitar el Café Madoka en la calle Enrique González Martínez #78, entre la Avenida Juárez y la calle Pedro Moreno. Según recuerda la mesera Bertha Eduviges Solís, Bibi, quien atendió al escritor, “era un señor muy serio que llegaba alrededor de las ocho de la noche y se iba a las diez […] pedía un espresso y una coca y a menudo platicaba con el licenciado Leandro Gómez Limón”.
Rulfo llegó de la capital del país para trabajar en la televisora que la familia Azcárraga recientemente había inaugurado en Guadalajara. Se mudó con su familia y estuvo en la empresa por más de un año, pero las cosas debieron complicarse pues al término de ese plazo la dejó.
En estos años Juan Rulfo además se esforzaba por escribir una segunda novela que no conseguiría concluir, en parte debido al severo alcoholismo que padeció; sobre ello su esposa Clara declaró muchos años más tarde: “todos nos equivocamos y tenemos algún defecto, y él sufrió mucho por no poder escribir nada más que Pedro Páramo […] (sufrió) los ataques de aquellos hombres difíciles, que lo presionaron mucho y quisieron hacerse famosos a su costa, diciendo incluso que lo ayudaron a escribir la novela”.
Después de esta última temporada Juan Rulfo volvió a la Ciudad de México y no regresó a instalarse nunca más en Guadalajara. Uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX falleció el 7 de enero de 1986 en la capital del país.
Lugares a visitar:
- Café Madoka / Calle Enrique González Martínez #78, Zona Centro.
Fuentes
- Rulfo, sus años tapatíos | Juan José Doñán
- La persona de Juan Rulfo | Antonio Alatorre | El Colegio de México
- El Jalisco agonizante de Juan Rulfo | David Marcial Pérez | El País Semanal
- La Guadalajara de Juan Rulfo | Alejandra Carrillo | El Diario NTR Guadalajara
- Rostros biográficos de Juan Rulfo | Roberto García Bonilla | Revista de Literatura Mexicana
- Cartas a Clara | Juan Rulfo | Editorial RM y Fundación Juan Rulfo
- Por los caminos de Juan Rulfo | Francisco Carrillo Martín
- El Madoka se salvó | El Informador
Fotografía superior: Retrato de Juan Rulfo. Tomada del sitio www.biografiasyvidas.com
Fotografías interiores: R. Cortés y Paula Palomar
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