“La Armada Invencible”, novela Long Play de Ortuño

Irreverente, metalera y hablada en tapatío, la entrega más reciente del escritor zapopano, construida a la manera de un LP, cuenta la historia del reencuentro de una banda tapatía de heavy y thrash

Por Gerardo Lammers 

Portando una playera de Misfits, una de sus agrupaciones favoritas, y con una gorra del Atlético de Madrid, algo que hace pensar en sus antepasados españoles y quizá en algo más (un estilo de juego), Antonio Ortuño (Zapopan, 1976) y su banda, compuesta en la ocasión por el escritor y periodista Mariño González, por la periodista radiofónica Verónica López y por el novelista capitalino Luis Muñoz Oliveira, presentaron La Armada Invencible (Seix Barral), su nuevo libro, una novela compuesta a manera de un LP —un Long Play—, con un lado A y un lado B, cada uno con cinco temas o capítulos.

 

No es casual que sea así, pues La Armada Invencible cuenta la historia de Barry Dávila, un cuarentón que reúne a su banda de heavy y thrash veinte años después de su disolución, en una ciudad muy parecida a esta Guadalajara y, quizá lo mejor: hablada en un exquisito tapatío que, a la manera del heavy metal, taladrará el oído del lector más insensible a este género de altos decibeles y finas maneras.

 

 

“Escribí todos mis libros anteriores porque odiaba profundamente algo… con éste no”, dijo el autor de El buscador de cabezas, Recursos Humanos, Ánima —con saludos a Guillermo del Toro, La fila india, Méjico y Olinka, entre otros libros, dejando en claro que con La Armada Invencible construyó, en estos tiempos de pesadilla, un espacio habitable con la energía, no exenta de nostalgia, de los años noventa, esa época al filo de la revolución digital en la cual aún era posible escuchar la música “en el orden en que fue pensada… ahora me parece un tráfico de canciones”. 

 

 

Para este libro, Ortuño adoptó el método de una escritura precedida por notas grabadas de voz, de su propia voz, con lo cual obtuvo un ritmo, una cadencia para contar la historia, teniendo en el horizonte literario los textos de Boris Vian, apasionado del jazz (“no ha llegado la edad en que me guste el jazz”, advirtió Ortuño), o Tres tristes tigres, la novela de Cabrera Infante en la que resuena la tradición musical caribeña, con sus boleros, sones y salsas. 

 

Pero no esperen que, por tener a dichos modelos literarios, La Armada Invencible puede sonar en lo más mínimo a la música que se bailaba al interior del extinto Salón Veracruz, ése donde se reunieron tantos escritores invitados a la FIL durante tantos y tantos años, allá por el Agua Azul. Ni siquiera a Cuca, agrupación que, aunque roquera, no es del gusto del novelista.

 

“No tengo nexos sentimentales con José José”, abundó Ortuño, aún con el mal sabor de haber escuchado la noche anterior, contra su voluntad y desde su casa, “Coincidir” a todo volumen a las 3 de la mañana, por iniciativa de un vecino. 

 

La Armada Invencible, como lo señaló un sonriente Muñoz Oliveira, es una novela que, más allá de los gustos musicales de cada quien, nos lleva a reírnos de nosotros mismos.

 

Mariño González, por su parte, dijo que el nuevo libro de su amigo ya es una de sus novelas favoritas de todos los tiempo y que de su portada van a salir unas calcomanías increíbles. Fue más lejos aún: declaró que le gustaría vivir en el ortuñoverso

 

El alma tropical de Verónica López enumeró seis caminos o características de la novela en cuestión: acetato denso, falso documental, guía para cuarentones bobos, clase maestra de metal, novela que honra la amistad (“uno se vuelve metalero siempre por venganza”, citó), y novela que nos recuerda que podemos hacer tribu… porque estamos rotos. 

 

A petición expresa de la propia Verónica (“¡manifiéstense, metaleros!”), una mujer de 71 años, aficionada a Queen, fue la primera en levantar la mano. Después hizo uso de la palabra un amante del rock and roll. Ni Queen ni el rock and roll forman parte del universo metalero, pero aquello provocó un diálogo babilónico que se extendió durante la firma de ejemplares: “¿AC/DC es heavy metal o no?”, “Uh, no… AC/DC es pop”, “¿Kiss?”…

 

No faltó tampoco la lectora que más que una pregunta tenía, tuvo, un comentario. Comentario que culminó con una solicitud: “Espero que me regales una entrevista, que te vengo persiguiendo desde hace como diez años”. 

 

“Todavía alcanzan a Pepe Aguilar en el centro”, había conminado con ironía a la audiencia congregada en el exuberante patio de la librería Gandhi de la colonia Americana, al inicio de su intervención, aludiendo a las festividades patrias que se llevaría a cabo por la noche en la Plaza de la Liberación.

 

Aquella fue una tarde atípica de 15 de septiembre en Guadalajara. Al menos para los seguidores de Antonio Ortuño y su Armada Invencible⚫

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