La ventana en la pantalla

Por María Enríquez

Me voy a diluir en mantequilla, yo y el agua, la cacerola y yo, somos lo mismo.

 

El ave que se pasea, la hormiga, la planta que quiere vivir y luego medio muere, el bostezo, la risa, los pies resecos, el miedo a ensuciar, volver a limpiar, la sonrisa de una mujer que se dobla y se columpia al revés, las pantallas, los mensajes, la incertidumbre, la muerte, el miedo y yo, somos lo mismo. 

 

La ventana, los ojos que miran. Un té caliente, el atardecer, un gato que se pasea por la azotea, el pasto del limón que revive, la salvia que se deshoja, el calor que oprime, la amenaza de una gran tormenta y yo, somos lo mismo.

 

          Los tapabocas de colores, las bicicletas, la gente en el autobús, los que viven, las mentiras, las sospechas, las cucarachas voladoras, el lago solitario, las garzas volando, un bosque interior, las ganas de dormir, el libro que nunca leo y yo, somos lo mismo. 

 

Las amigas, sus bromas, el noticiero, los recuerdos, el cuadro que aún no pinto, el atardecer violeta, las alas de los ángeles, las avispas gigantes y yo, somos lo mismo. 

 

               La copa de vino, el dolor de estómago, la sirena de ambulancia, la visita del colibrí, el viejo que camina sereno, la mujer trabajadora, el policía, la banca solitaria, la flor más pequeña, una canasta y yo, somos lo mismo. 

 

El sueño de un paraíso, la tina en el jardín, el reencuentro, la carcajada, las miradas que desean abrazarse, una historia que termina y yo, somos lo mismo.

 

Todos los que se van, los que se salvan, el respiro que vuelve, el que se apaga, los colores que estallan, las estrellas dobles, la miel y la sombrilla que se cae, el cable roto, la basura y yo, somos lo mismo.

 

               Un juego de luces, el humo, la fuente que siempre imagino, el arcoiris girando, la manada de búfalos blancos y yo, somos lo mismo. 

 

La ilusión de mis pensamientos, todas las preguntas y respuestas, las razones de otros y yo, somos lo mismo. 

 

El nahual del corazón, el moho en el lavadero, la ropa sucia, el olor a lavanda, la caricia de mi hija y yo, somos lo mismo. 

 

El arroz casi listo, las ganas de caminar, de tomar café al aire libre, los cactus de la vecina, las contorsiones que da la vida, el vapor olor a menta, la vista borrosa, las ganas de nadar y yo, somos lo mismo.

 

Imaginarme sin cuerpo, libre, volando alto, contemplando el océano, el ser libélula, luciérnaga, andar ligera por la obscuridad, no temer y yo, somos lo mismo. 

 

Los deseos de vivir tranquila, presente, anhelar que no anhelo, vivir siendo, vivir el viaje del tren de la vida, observando lo que va sucediendo, sin tocarlo, sin juzgarlo, dejar ser lo que ya es y yo, somos lo mismo.⚫

 


María Enríquez es autora del libro Pentagramas (Tierra Adentro, 2000). Vive en Ajijic, Jalisco 

Imagen: Femme Maison (1994), Louise Bourgeois

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