“Nunca he escrito una novela de policías”: Víctor del Árbol

El escritor catalán habló de su experiencia como policía, de la función social de la literatura y firmó sus libros a becarios y policías de Guadalajara

 

Por Ángel Melgoza / Fotos de R. Cortés

 

Durante veinte años Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) sirvió como policía, y ya tiene quince de ser escritor. Pasó de ser el policía que escribe, al escritor que fue policía, y cuando lo recuerda se le ilumina el rostro con una amplia sonrisa. 

 

 

El escritor español visitó la ciudad en el marco del programa de Guadalajara Capital Mundial del Libro y dejó claro que su mayor motivación no fueron las presentaciones en espacios públicos, universidades, medios de comunicación o librerías, sino precisamente esta invitación que le hicieron para visitar la Academia de Policía. 

 

 

“Me dijeron ‘oye, ¿te apetecería charlar con los mandos y los cadetes de la Policía de Guadalajara?’ y yo dije ‘¡sí!’ Ese fue el verdadero motivo por el que estoy aquí y llevo semanas y semanas pensando qué les voy a contar”. 

 

Con estas palabras comenzó la tarde del viernes 27 de mayo su charla con los becarios y policías de la ciudad. Momentos antes, los becarios saludaron al escritor en posición de firmes, formados en dos simétricos grupos con cuatro de fondo. Uno a uno fueron pasando al auditorio, luego de recorrer a paso redoblado el perímetro cuadrangular del patio central de la Academia. 

 

 

El autor de La tristeza del samurái (editoriales Tusquets y Alrevés), novela que les fue repartida semanas antes a los cadetes becarios como preparación para esta visita, les confesó a los asistentes que solamente en dos ocasiones había hablado de sus experiencias en el servicio policial que brindó por veinte años como mosso d’escuadra en Barcelona. 

 

La primera fue hace cuatro meses cuando recibió una condecoración de Policía de Honor, “y la segunda es hoy”.

 

(Izq) Los becarios de la Academia de Policía de Guadalajara marchan en formación hacia el interior del auditorio. (Der) Frente a un auditorio con cerca de cien personas el escritor catalán compartió experiencias y reflexiones.

En una conversación llena de detalles, anécdotas, preguntas curiosas y elaboradas, Del Árbol fue tejiendo respuestas que iban de la experiencia de la lectura, sus años de formación en un barrio pobre y peligroso, el silencio de la biblioteca, y la creatividad desbordante. Cuando se le pregunta cómo llegó a ser policía, él siempre responde que por azar:

 

“Y el azar es muy importante en la vida porque nos va llevando por donde la vida nos tiene que llevar, no por donde queremos ir”. 

 

El Comisario General de la Policía de Guadalajara, Juan Pablo Hernández González (quien compartió con Víctor, con el gerente de Guadalajara Capital Mundial del Libro, el novelista Martín Solares —autor de Los minutos negros— y otro mando policial el estrado), comentó que era un privilegio tener a un experto de la redacción “que habla nuestro idioma, porque como decimos aquí, el que es policía una vez, es policía para siempre”. 

 

 

Se refería a la marca que deja en cada persona el servicio policial, que le cambia la vida para siempre a quienes han servido pues, en palabras del escritor español, ellos ya no ven las cosas como todos los demás, sino que reparan en detalles que nadie más ve, y adquieres una visión periférica de los acontecimientos. 

 

 

Del Árbol entró en la policía pensando que ese sería un trabajo más. Habiendo pasado ya por cinco años en el seminario, y por la licenciatura en Historia en la Universidad de Barcelona, además de haber trabajado como cargador, y conduciendo un programa de radio, pensó que entrar a la policía sería un trabajo como cualquier otro. Tenía 22 años y se enamoró de la idea del servicio. Después se enfrentó a la realidad y el oficio lo atrapó durante veinte años. Sin embargo, Del Árbol desde niño tuvo claro que su sueño era ser escritor. Sus primeros libros los escribió y publicó siendo policía aún. 

 

 

Al día de hoy tiene ocho novelas publicadas, las cuales han sido traducidas a 25 idiomas. 

 

“Yo dejé la policía en el 2011, y cuando lo hice no era el escritor que soy ahora, no vendía lo que vendo hoy, ni daba charlas, no me conocía ni Dios. ¿Entonces por qué lo hice? Dije ‘yo tengo un sueño, y es la hora de cumplirlo’”.

 

 

A pesar de tener una hipoteca, un matrimonio, y que sus amigos cercanos lo tildaron de loco (“todo el mundo me dijo ‘estás como una puta cabra’, eso es estar loco, y era cierto”), Víctor sabía, como ahora que se los dice a los próximos policías de la ciudad, que ese puntito de locura, “que converge con la lógica y la razón”, es necesario para alcanzar nuestros objetivos.

 

 

Y habiendo sido un policía que se convirtió en escritor, aunque a la industria editorial le guste vestir su trabajo con el género de novela policiaca, dice que él nunca ha escrito una novela de policías. Lo que ha hecho es escribir historias donde aparecen policías que resuelven situaciones, crímenes. 

 

“Pero nunca he escrito una novela sobre lo que significa ser policía, y me gustaría escribirla cuando tenga el coraje necesario”. 

 

 

Sobre el ejercicio del leer, el autor comentó que más allá de los ensayos policiales en materia de seguridad ciudadana, reglamentos o de procesos judiciales y legislativos, que son necesarios en las funciones que cumplen los policías, también es bueno leer cosas que no tienen nada que ver con e trabajo. 

 

“Leer no sólo como instrumento de entretenimiento necesario para desconectarse y para soñar, sino como una herramienta útil que nos permita sentirnos personas, además de ser uniformes”. 

 

 

El Comandante Hernández comentó que cuando las personas leemos siempre entendemos de forma distinta el mensaje o la historia que se nos quiere transmitir, y lo hacemos desde nuestra visión, desde nuestro mundo. 

 

“Y sin duda eso nos ayuda a transformar nuestros valores, nuestros principios. Leer, y escribir, nos genera ideas e inquietudes que pueden servir de motivación e inspiración”. 

 

 

Siendo uno de los pilares del programa de Guadalajara Capital Mundial del Libro la construcción de una Cultura de Paz, Martín Solares anunció la apertura de un taller público y gratuito para la Policía de Guadalajara, así como un esfuerzo especial para crear varias bibliotecas para la Academia. 

 

 

Solares resaltó el hecho de que la lectura es, además de entretenimiento, una herramienta para comprender a otras personas, para entender al otro. 

 

“Este es uno de los motivos de Guadalajara Capital Mundial del Libro. Que entendamos qué piensan las personas distintas a nosotros”.

 

 

Sin perder nunca el orden ni la disciplina, los cadetes hicieron una fila para que el escritor escribiera, a cada uno de los que portaron su ejemplar de La tristeza del samurái, una dedicatoria especial. El español se dio tiempo para conversar efusivamente con varios de ellos. Al final, abandonaron el auditorio como llegaron, haciendo resonar sus pasos, en perfecta formación. ⚫

 

Víctor del Árbol conversa y firma los libros de cadetes y mandos policiales 

Fotografía superior: El escritor Víctor del Árbol muestra la placa de policía honorario, concedida por la Policía de Guadalajara. A su lado, el Comisario General de la Policía tapatía Juan Pablo Hernández, entusiasta lector de Del Árbol. 

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