Terreno inestable

Con este relato breve comenzamos la publicación de los textos elegidos de la convocatoria en redes sociales “Adéntrate en los mundos de Juan Rulfo” , conmemorando los 70 años de El llano en llamas. Muchas felicidades a las jóvenes plumas seleccionadas

Por Nathalie Marian Acosta Reyes

—Jálese, padrino, ya mero llegamos.

 

—Nombre, mijo. Ya no la armo. Crúzate tú.

 

El viejo se arrastró unos cuantos metros hasta que se desplomó en el suelo. El morro se agachó e intentó levantarlo para que siguiera caminando.

 

—Ya, Rogelio. Déjame aquí.

 

—Ándele, párese. Ya nos ha de estar esperando mi tía del otro lado, acuérdese que le prometió regalarle una troca tuneada. Ya nos echamos una buena caminada, padrino. No sea malito, hágame la buena. Ocupo irme a jalar para allá.

 

El viejo se quitó el sombrero y empezó a llorar desconsoladamente. Apretó entre sus manos su medalla de San Judas Tadeo y rogó para que le diera chance de ver a su hermana otra vez, de vivir la vida tan chingona que le prometió cuando se fue tantos años atrás. Vente a chambear acá, Jacinto, le decía cada vez que le llamaba por teléfono. Que disque todo estaba mejor allá, todo era más fácil y podía echarse sus cheves sin que lo estuvieran chingando. Jacinto estaba reacio a irse y dejar su taller a cargo de incompetentes. Pero la vida estaba cada vez más cabrona y no la iba a armar si se quedaba en ese pueblo jodido. Su hermana Librada sabía que Jacinto no le sabía decir que no al ahijado, así que empezó a meter cizaña a través de Rogelio. Al Rogelio no le gustaba estudiar y Librada le metió la idea en la cabeza de que allá podían chambear desde bien chavalos, entonces empezó a pedirle a Jacinto que si se iba con él. Después de mucho tiempo de chingar la borrega, Jacinto se animó a irse al gabacho y vivir con Librada.

 

—No voy a cruzar, ahijado. Ya no me alcanza la vida. Vete tú y luego regresan a llorarme aquí. No llego hasta con tu tía.

 

—Si me voy yo solo, me van a chamaquear los gringos. Se lo pido por mi difunto padre, junte su sombrero y sigamos caminando— empezó a decir el morro, ya todo desesperado y chillando.

 

—Ya verás cómo te vas a chingar a cualquier gringo que se quiera pasar de listo, si por algo eres mi ahijado— respondió el viejo—. Apúrate, ya va a anochecer y no vaiga siendo que te salga un coyote.

 

El morro empezó a llorar y se levantó para seguir su camino. Jacinto le dio la bendición con la mano temblorosa y se despidió de él. Rogelio empezó a correr por el terreno inestable, aprendiéndose la forma de los árboles para saber dónde quedó su padrino y luego venir a prenderle una veladora. ⚫

En la imagen superior, “Paisaje de Majalca” , obra del pintor de origen zacatecano Alberto Carlos (1925-2000)

1 Comment

  • Yizel Acosta

    Enhorabuena!!!
    Inician los éxitos, lo importante es hacer lo que nace de tu corazón
    Dios te bendice

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